FORO ARRIBA: Impresionante, la cantidad de chavales correteando por ambos patios del colegio. ¡Era una locura! 

FOTO ARRIBA: Cada curso en formación y despúes de haber escuchado nuestro amada himno nacional, desfllaba hacia su respectiva clase. Muchos de ellos con grandes carteras sobre sus hombros, llevando todo el material necesario para nuestra formación. (Lo mismo que los alumnos de ahora - cinicamente -)

FOTO ARRIBA: Me encantaban aquellos pasillos de paredes granulosas, color crema salpicadas de puertas acristaladas, color verdoso claro.
Y cuando, a veces, para recortar camino cojíamos aquella escalera de caracol que desembocaba en la conserjería de Don Aniceto.
Ay, y la biblioteca de grandes mesas color ocre. ¡Me apetecía estudiar cuando allí entraba!

FOTO ARRIBA. Y que decir de aquel patio de color rosa oscuro o morado, en el que corríamos como descosidos detrás de aquella pelota de goma. Un sonoro ruido de chillidos nos envolvía. No solo jugaban al fútbol sino que algunos, según su ingenio, corrían sumergidos en sus juegos mentales y creativos.

FOTO ARRIBA. Si os fijais un poco, delante del micrófono, ubicado en la segunda columna, tenemos a nuestro querido y añorado, Hermano Felicísimo. Me encantaba las consignas que nos daba los lunes de mañana, bañadas de un himno nacional que te recorria el cuerpo, dandote fuerzas y ganas de continuar la jornada.

FOTO ARRIBA. Recuerdo al fondo de la foto, aquellas canastas de minibalonceso en las que, muchos, jugabamos a machacarlas o disfrutar de partidos entre los de nuestra clase.

FOTO ARRIBA: Muchas veces, en el fragor de la batalla futbolística algún balonazo desplazaba de alguna desdichada mano un buen bocadillo, saliendo por los aires, y salpicando de enjundia a los cercanos, dejando el lugar del impacto repleto de diversos fragmentos panarios. Lástima que las palomas u otras aves no pudieran aprovecharse de tan delicado manjar, ya que corrian el peligro de recibir ellas mismas un parecido trato

FOTO ARRIBA: Formábamos filas extendiendo el brazo para delimitar la distancia. Había siempre disciplina, algo fundamental para llegar a ser un hombre.

 

FOTO ARRIBA: Lo que siempre me ha impresionado era la facilidad de seguir un balón determinado a través de tantos chavales. Aun así, era precioso y tenía un gran encanto.

FOTO ARRIBA: Recuerdo aquellas fuentes de piedra con baja presión pero de gran utilidad. Agua necesaria ante tanto ejercicio. Fuentes solidarias en las que muchas veces y ante la poca presión de los mismas, solicitabas, amablemente, algun dedo desinteresado que te ayudara, presionando, a conseguir aquel líquido elemento (como decía D. Ramón -`profesor de ciencias -)

Aquel patio tenia un "no se que" que te llenaba de gozo y te invitaba al estudio y a la reflexión. Piedra caliza y paredes granulosas rojizas.

FOTO ARRIBA: Lo que más me impresionaba era la capacidad de los alumnos para sortear cualquier obstáculo en la persecución, casi patológica, de sus respectivos balones. Era algo único.

FOTO ARRIBA:  La verdad es que la calidad de ésta es muy buena. Me encantaba aquellos claustros tan amplios.

FOTO ARRIBA: Aquella bandera española izada con garbo mientras todos, firmes como estatuas, fijaban sus ojos en su patria.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Aquellas canastas que tanto alegraban.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): La iluminación del patio creaba un ambiente casi sobrenatural, donde sus arcadas se alzaban hacia el infinito. Daba gusto entrenar a esas horas, donde el fresco de la noche envolvía sus paredes. Lástima que nuestro querido H. Antón nos tirara del recinto ya que debían entrenar. La envidia de los que teníamos que obeder dichas órdenes se reflejaba en nuestro semblante.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Aquellos pasillos de paredes graníticas eran una delicia. Las barandas metálicas de color azabache retenían ese agradable calor de aquel sol otoñal y apetecía (muy mucho) apoyarse mientras contemplabas como jugaban en aquel patio de suelos rojizos. En la foto podemos observar el cuarto piso cuyo pasillo, adornado de geranios, pertenecía a las estancias de los Hermanos Maristas. Este pasillo se encontraba prohibido su recorrido ya que eran dependencias privadas de los hermanos.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Como un gran casillero lleno de silencios y estudio se nos presentaba aquellos pasillos norte donde a muchos se nos impedía hablar en su recorrido ya que asiduamente se encontraban en clase o en el uso de la biblioteca.

En la azotea podemos observar un tendedero destinado al secado de la ropa de los hermanos.

FOTO ARRIBA/ABAJO (AMPLIABLES): Aquel patio emanaba un entrañable silencio cuando los alumnos se aplicaban en sus aulas. A veces irrumpido por el murmullo de alguna clase o el desplazamiento de los alumnos que tenían en esos momentos la asignatura de gimnasia.

FOTO ARRIBA: El sol jugaba con las sombras. Muchos, sobre todo en épocas de frio, esperabamos que el cálido astro comenzase a enviar sus delicados rayos hacia aquellos patios y claustros en penumbra. Si aun era muy de mañana, algunos se las ingeniaban para buscar algun lugar privilegiado donde aquellos rayos solares comenzasen a templar.

Comentarios: 7
  • #7

    cronovisor (martes, 16 mayo 2017 00:22)

    Esas fotos pertenecen a la última reforma del colegio, pero todavía se puede vislumbrar en la foto en blanco y negro que no se han condicionado los patios de arriba (se ve un tejadillo a doble agua). Así que debió realizarse en los años 60.

  • #6

    anónimo (miércoles, 25 marzo 2015 14:17)

    La verdad que aquel colegio tenía unas instalaciones únicas. Aunque no era muy grande sus pasillos, clases, etc.. eran una pasada.
    La verdad es que te da melancolía aquellos recuerdos. Lástima que lo hayan demolido.

  • #5

    FGH (domingo, 22 marzo 2015 12:47)

    Pues no me he colgado yo en aquellas canastas de mini basquet.
    Buenas imágenes.

  • #4

    J.C. (martes, 17 marzo 2015 21:01)

    Gracias, maristasalicante1974-1982. El haber descubierto esta gran página que amablemente nos ofreces y contemplar sus imágenes, me ha refrescado detalles que, de otro modo, no los hubiera recordado, pero se ve que aguardaban por ahí dentro en mi memoria, así que me he apresurado a escribirlos, por una parte para compartirlos con vosotros pero también para mí mismo, para tenerlos por escrito y leerlos de vez en cuando. Animemos pues, según es tu deseo, a todos los visitantes a compartir así mismo cualquier detallito o anécdota que recuerden, más allá del típico comentario breve, aprovechando que el espacio digital no es caro y que siempre habrá quien lo lea en algún momento perdido en que quiera recordar este pedazo común de infancia. Ójala se llene esto de redacciones así de largas sobre todas las historias que recordemos que acontecieron entre aquellos benditos muros presididos por nuestra bandera; me encantaría leerlos.

    Gracias por el esfuerzo de la página, y tienes la satisfacción y el orgullo de haber sido tú entre tantos alumnos, quien ha resucitado formalmente la memoria de nuestro colegio amado (ahora amado, porque me temo que en aquel entonces alguno diría "odiado"..., sin saber que en el fondo lo amaba porque ya formaba parte de sí mismo). Y es que más que un viaje a un lugar y a una época, se trata de un viaje al interior de nosotros mismos. Un abrazo y… ¡somos de Maristas Alicante de Mola, 5! ¡Ahí es nada! Es casi una raza.

  • #3

    maristasalicante1974-1982 (martes, 17 marzo 2015 14:04)

    Estimado JC, te agradezco enormemente tus grandes descripciones de aquel "inolvidado" colegio que a tantas almas ha llenado. Espero que gracias a tus aportaciones, este lugar se haga más entrañable y lleno de recuerdos. Eso es lo que esperamos muchos de este lugar: que Maritas Mola 5 nunca desaparezca de nuestras mentes.

  • #2

    J.C. (miércoles, 11 marzo 2015 15:37)

    Compartían el patio ocho pelotas y ocho partidos a la vez, pero por un increíble "efecto tubo" de la percepción, desaparecía todo lo que no era tu partido y siempre sabías dónde estaban tu pelota y los compañeros de tu equipo y el contrario; los demás niños eran sombras, y a todos los efectos era como si el patio estuviera vacío -sólo quien lo ha experimentado, sabe que esto es posible-.

    _¡Cubrirse ya, firmes ya! ¡Piiiiiiiii! ¡Pi, pi, pi, pi! ¡Profe, no tan rápido!

    Los soportes de las canastas eran todo un mundo para agarrarse a ellos y hacer equilibrios sin tocar el suelo. Una grada privilegiada para los que éramos menos deportistas y más observadores o soñadores.

    Y el día de la fiesta del colegio, los corredores del gimnasio se llenaban de atracciones como la pesca, mi favorita junto con las ollas del Patio Sur. Todas organizadas por los mayores de COU. ¿Y la traca? Aquel petardo gordo final, el olor a pólvora impregnando todo el patio, y el mítico partido Nanos-COU, con todas las gradas llenas de niños, ensalzando cada avance de los pequeños -y no digamos los goles-.

    Las consignas, mientras estábamos formados en el patio. Recuerdo sólo una del "cura gordo", D. José Antonio: "Quien tiene un amigo, tiene un tesoro" (Me lo pasaba bomba cuando el "cura gordo", con su voz nasal tan particular, imitaba en sus charlas la voz de un alumno cualquiera, escenificando que le preguntaba algo: _"Oiga, cura, pues a mí no me gusta ir a misa, yo es que el domingo me quedo leyendo tebeos y me lo paso pipa…") . Y me viene a la memoria también la amonestación pública ejemplarizante de un par de alumnos a los que se les había pillado fumando. Durante el himno (que siempre lo paraban cuando llegaba la parte bonita) el que izaba la bandera era un privilegiado. Al final llegaron tiempos de complejos sociales que todavía duran, en los que ya se suprimió el himno, la formación y todo. Sonaba demasiado a "tiempos de Franco". Recuerdo que una tarde, al ver venir los alumnos desde sus casas los que nos habíamos quedado a comer, uno me dijo: _¡Lo han dejado blanco! _¿A quién? _A Carrero Blanco, una bomba lo ha matado y el coche ha saltado por los aires. _¿Y quién es ese?...

    Y en mayo, el Patio Norte lucía por las mañanas con el devotísimo Rosario de la Aurora, en el que llevar las andas de la Virgen era un honor y una ilusión, y donde la primera avemaría de cada misterio era cantada con aquella melodía tan bonita: _"Dios te sal-ve Ma-rí-a, llena e-res-de gra-cia, el Señor es-con-ti-go, y bendi-ta-tú e-res, ¡entre toooodas las mujeeeres, entre toooodas las mujeeeres…!"

  • #1

    J.C. (miércoles, 11 marzo 2015 15:36)

    Gracias por hacerme recordar dos detalles olvidados, pero que por lo visto estaban escondidos en mi inconsciente: la escalera de caracol y el que se pudiera elevar el chorrito de agua de las fuentes tapando con el dedo los demás surtidores.

    Recuerdo además los recreos en días de lluvia, que se trasladaban al corredor del primer piso. _"¡No quiero ver a nadie en el segundo!"

    En la fotografía a vista de pájaro se distingue el patio de arriba, el de primero de EGB, donde si la pelota rebasaba la valla, se iba directamente a la calle y tenías que pedir permiso para bajar y salir del colegio a por ella, o darla por perdida definitivamente… Creo recordar que alguna vez fue devuelta por algún transeúnte con un fuerte chupinazo de tres pisos de altura, a requerimiento de los gritos de los niños.

    Las red metálica negra a nivel del suelo del patio, que protegía la clínica (¡en la que alguna vez se vio un maniquí de primeros auxilios, que soñábamos que algún día iríamos a practicar con él, en una clase algo más divertida!). Y el Cine Club, que no sabíamos que se hacía allí dentro, y nunca ya lo sabremos.

    Las escaleras que subían desde el patio al primer piso. No las recordaba tan anchas, pero sí subirlas pensando en que era lunes y que al llegar a mi casa iba a ver los dibujos animados de Josie y sus gatimelódicas, de cuya protagonista estaba seriamente enamorado (y todavía lo estoy, aunque luego le hizo la competencia en mi corazón la pelirroja Pippi).

    Los dos pasajes hacia el Patio Sur. El de junto a la capilla, con el aula de música a la izquierda, siempre envuelta en sonidos de flauta de los ensayos de aquellos que esperaban entrar o de los que se oían a su través porque estaban dando clase -parecía que cantaran ángeles-. Y el Judo Dojo a la derecha (mirando por las ventanillas del Patio Sur se podía ver al corpulento Jose Alberto Valverde, aunque luego ya estaba "el nuevo", un chico joven que se llamaba Sergio, y que nadie podía siquiera imaginar que algún día tendría una glorieta a su nombre en Alicante. Y en una época anterior al Judo, había una clase y unos retretes, en uno de los cuales me encerraron una vez -afortunadamente, cuando eres pequeño no sabes que existe la claustrofobia-.

    Y el otro pasaje, con el bar a la derecha: mi preferido era el bocadillo de chorizo pamplonés de 8 o 9 pesetas -subiendo con el coste de la vida-. También había de salchichón, de tortilla fina y fría pero buenísima, y aquel grandioso de salchichas Frankfurt crudas y frías partidas por la mitad, gran especialidad que nunca hemos vuelto a probar seguro, porque somos tan bastos que las asamos sin acordarnos de lo deliciosas que estaban al natural. ¿Cómo estaban tan buenos esos bocadillos? ¿O era el hambre que traíamos?. Y sobre todo el mejor: pan con chocolate de 5 ptas. Los profesores a la izquierda con sus cafelitos y alguna copa, bebidas de adultos que algún día probaríamos pero que ahora no tocaba todavía. Y atendiendo, el circunspecto Pepe y su mujer. A la derecha del pasaje, la puertecita del gimnasio, que daba a un angostísimo pasillo con olor a sudor y pies, que curiosamente no era nada desagradable, e incluso me atrevería a decir que olía bien, olía a la alegría de las clases de gimnasia. Y antes de llegar al Patio Sur, a la derecha, en su tiempo había dos máquinas de bolas de colores y de capsulitas blancas y negras de regaliz, de un sabor inimitable que desconocen incluso los niños actuales expertos en "chuches".