FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Recuerdo aquel santo lugar donde los más pequeños recibian la Primera Comunión. Aquel hito siempre marcava la vida de aquellos inocentes pequeños.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Lo que me ha dejado perplejo ha sido esta foto del coro de la capilla. No me acordaba en absoluto de esta zona. ¡Que preciosidad de lugar!

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Encima del altar había un fresco de Gastón Castelló. Un preciosidad. La foto es de cuando se realizó.

CONSEJO DEL ADMINISTRADOR: Las fotos que pongan la palabra "ampliable" os aconsejo que lo veais de esta forma ya que es una pasada. Además, que sepais que si dais un segundo clic a dicha ampliación la imagen se hará colosal y podreis disfrutar de aquellos lugares.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Las vidrieras eran una preciosidad. Recuerdo el contemplarlas en la Santa Misa o cuando a veces bajaba a ver aquel recinto tan silencioso. Contaban la historia gráfica del fundador.

FOTO ABAJO (AMPLIABLE): Si haceis doble clic sobre ésta vereis que preciosidad de vidrieras.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Esta foto es una preciosidad del lugar. Aquella luz de las vidrieras y el silencio del lugar ayudaban y "mucho" a relajarse y ha encontrarse con nuestro Jesús.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Esta foto no se de donde la obtuve lo que si se es que es inédita en su formato ya que se encuentra en color. Una bendición.

FOTO DE ARRIBA (AMPLIABLE): Recuerdo aquel lugar. Podías entrar por una angosta puerta ubicada en el patio norte (arriba en la foto la puerta de la izquierda color madera) o bajando por la escalera que nos permitia subir a las clases (imaginando - detrás del que hizo esta foto). Bajar por esta escalera tenia su encanto.

La oscuridad en el tramo de bajada era notable y daba cierto reparo hacerlo solo. Dentro de la capilla unas hermosas vidrieras de la vida de nuestro fundador salpicaban la estancia con una diversidad de tonos luminosos y coloridos que eran la envidia de muchos maristeños. El silencio que envolvia el lugar se rompía por el sonoro choque de algun balon lanzado con fuerza sobre alguna de las vidrieras (izquierda de la foto de arriba), sobre todo en los tiempos de recreo (de 11 a 11'30 de la mañana).

Comentarios: 5
  • #5

    J.C. (miércoles, 01 abril 2015 16:27)

    En esos retiros teníamos charlas, ejercicios, debates y puestas en común, y los famosos pases de diapositivas que he comentado en otro lugar. (¡Fantásticos!) Y de las cosas que más me llegaban eran las actividades en soledad, las que tenías que ir a tu habitación y allí solo buscar en la Biblia ciertos fragmentos o versículos que te habían propuesto, y contestar luego a unas preguntas en una hoja. Esa soledad en lo humano, ligada a la soledad en lo físico que se apreciaba por la ventana, al rumor del aire agitando las hojas, al canto de los pájaros… ¡Buah! Era el Cielo. Se nota que son medios que Dios pone para llegar a las personas. Por eso los retiros tienen tanta fama como herramienta espiritual. Tantos libros de autoayuda que tenemos hoy, tanto psicólogo, tantos filósofos baratos sobre la pretendida esencia de la vida, y la gente no sabe que un retirito de dos o tres días de los que tantas parroquias organizan, puede dejarte como una seda y con el alma bien planchadita y todo en orden en tu vida.

    Recuerdo a un compañero de clase, aficionado al rock, cantando a la guitarra en plena misa, una canción de los Beatles desgarrada, mientras el Padre José Antonio llevaba el ritmo con el pie. Estas experiencias son las que marcan, y que a lo largo de la vida uno acude a ellas a sacar agua del viejo pozo, si acaso se atraviesa una sequía espiritual.

    También venía a darnos una charla algún padre de alumno. En el turno de preguntas -allá por 7º de EGB sería-, uno preguntó: ¿Nos puede hablar de la masturbación? El prudente señor dijo que eso lo preguntáramos cada uno a nuestros padres al llegar a casa, -probablemente fue lo más sensato que pudo hacer-. Yo así lo hice y, tan pronto vi al mío, creo que en el mismo coche en que me recogía del retiro, le espeté _Papá ¿qué es la "mastupración"?

    Ese tema no se trataba. En las confesiones con el Padre José Antonio, al mencionarlo expresamente como pecado -ya de mayorcitos y más conocedores de esas cosas-, se reía un poquito y decía: "_jejeje, no te preocupes, es que eres joven y tienes el cuerpo revolucionado, es normal." La verdad es que uno puede comprender lo que debe de ser escuchar las confesiones de treinta chicos de 16 años y que en todas se diga lo mismo.

    Así que estas pequeñas experiencias son las que nos ha dado la Providencia para que acudamos a su recuerdo, porque todo contacto con lo sobrenatural y lo espiritual, muchas veces no hace efecto en el momento sino que es una semilla que años después puede germinar y cobrar todo su sentido. Dios sabe por qué hace las cosas; la historia de cada uno es diferente, pero todo está muy bien pensado.

  • #4

    J.C. (miércoles, 01 abril 2015 16:26)

    Otro tema bien diferente es los retiros espirituales en ORGEGIA, en el colegio de Jesús y María. Ahí sí que se abría un pequeño agujerito en el cielo para que bajara el Espíritu Santo a nuestra almas juveniles. Constaban de un día, y ya de mayores, de dos o tres.

    La verdad es que se creaba un ambiente muy especial. Era realmente un "retiro", porque el cambio de paisajes, la interrupción del ritmo de las clases y la distancia con tu familia por un par de días (creo que fueron tres días en COU, cuando el retiro era ya muy voluntario, tanto que éramos 7 u 8 alumnos solamente), nos hacían vivir una sensación de apartamiento de todo. Todo el día dedicado a la reflexión, con actividades que no se puede decir que fueran aburridas y abundantes descansos para hablar, pasear o jugar al fútbol en un pequeño patio rodeado de limoneros (creo que algunos cogían algunos limones y luego los mostraban cual trofeo de la "peligrosa" hazaña).

    Lo mejor para mí en los retiros en los que había que quedarse a dormir, eran los desayunos. Allí aprendí lo buena que estaba la leche caliente con azúcar. Dormir fuera de casa era algo que algunos de nosotros casi no habíamos hecho a aquellas edades, salvo en alguna excursión de varios días o en los campamentos de verano. Bueno, pues sí, lo mejor eran los desayunos y, para qué decir otra cosa, lo segundo y tercero mejor eran la comida y la cena. Por eso dicen que las tres frases más bonitas del mundo son: "el desayuno está servido, la comida está servida y la cena está servida".

    Bien, pero no por esta anécdota se desmerece nada los retiros. Porque ese ambiente relajado, en donde podías reflexionar muy a gusto, y en donde tenías muchas actividades que te incitaban a pensar, a hablarlas en equipo, mientras escuchabas los pajaritos y el ruido lejano de los coches, hacía surgir una paz en nuestros espíritus que era otra historia muy diferente a lo que estábamos acostumbrados. Lo cierto es que ahí se podía encontrar a Dios muy bien, si abrías un poco tu alma, porque desde luego Él estaba allí abriendo de para en par la puertas de su Sagrado Corazón para ser encontrado.

    Teníamos misa cada día, pero también alguna oración en la pequeña capilla. Recuerdo un estilo de oración que nos parecía novísimo y ultramoderno, en el que nos dispersábamos por el recinto, nos sentábamos en el suelo o tumbados en los bancos sin ninguna formalidad y según a cada cual le parecía: unos por detrás del altar, otros en los pasillos,... Y después de haber leído alguien un pasaje del Evangelio, cada uno repetía en voz alta, si quería, una frase en la que estuviera meditando en ese momento, por el gusto de comunicarla y con la que los demás también se enriquecían. Eso nos sorprendía mucho y era una pasada.

  • #3

    J.C. (miércoles, 01 abril 2015 13:14)

    La formación religiosa en los Maristas en la asignatura de religión, por lo menos la que me fue tocando a mí, para mí, nunca fue muy buena o por lo menos no fue algo substancial. Eran horas que pasaban, y que si no hubiéramos tenido clases de religión, nos hubiéramos quedado casi igual, en mi opinión. Cuando era pequeño me hicieron aprender las oraciones básicas del cristiano y memorizamos algo de los "Catecismos Escolares", con aquellas preguntas que había que aprenderse de memoria: _¿Eres cristiano? _Sí, soy cristiano por la Gracia de Dios. _¿Quién es Dios? _Dios es nuestro Padre, que están en los Cielos, Creador y Señor de todas las cosas, que premia a los buenos y castiga a los malos… (se empleaba entonces la expresión prohibida: que Dios castiga, porque luego tuvimos largos años en que sólo se hablaba de su infinita Misericordia, pero no de la también infinita Justicia de Dios, hasta el punto de que hoy en día, mucha gente cree que el infierno no existe y que lo quitó Juan Pablo II, y notas de incultura parecidas).

    Esas fórmulas memorísticas, supongo que los profesores de turno las explicarían, pero ni me acuerdo de aquellas explicaciones ni me acuerdo siquiera si existieron, mientras que en otras asignaturas sí que me acuerdo de aprender cosas. Después de los catecismos, tuvimos los libros de religión de Edelvives, dedicados a cada curso. Tampoco tengo muchos recuerdos de ellos. De lo que más me acuerdo es en 3ª de BUP, del Hermano Francisco Báscones, con sus explicaciones sobre las diferentes teorías para compatibilizar ciencia y fe en la cuestión de la evolución humana, sin pontificar sobre ninguna perspectiva sino exponiendo todo lo que había en libertad. O sea, todo muy light. No sé si eso fue malo o fue bueno, porque pudiera ser bueno en el sentido de no atosigar al alumno con el tema religioso y que quedara como un decorado de fondo, para posibilitar que desde la libertad individual nos acercáramos al Señor sin presiones. Podría ser cierto esto, igual que en literatura, lo de obligar a leer libros clásicos, muchos lo juzgan contraproducente y que es la mejor forma de apartar a los niños de la literatura. No sé. Pero como dice el comentario anterior: la puerta de la capilla estaba abierta, Jesús Sacramentado en el sagrario, y los niños no teníamos conciencia de la importancia y la suerte de tener a Dios presente ahí al lado, ni de la lógica devoción y obligación casi, que como cristianos teníamos de entrar a saludarle y a despedirnos de Él cada día; no teníamos conciencia de nada de eso porque nadie nos lo inculcaba ni nos lo explicaba con claridad. Y de verdad que no sé si eso es bueno o es malo.

    En cambio, los actos religiosos sí que nos adentraban algo en la fe. Por ejemplo el Rosario de la Aurora, el rezo del Ángelus por el altavoz -dirigido tantas veces por el Hermano Marino- o el altarcito a la Virgen en cada clase durante el mes de mayo, con los turnos organizados para cambiarle las flores… eso movía algo a la devoción. También las misas, tanto las de las ocasiones especiales, como la mensual o bimensual que teníamos, creo. Ahí ya se propiciaba un poco más la reflexión, porque contábamos con las charlas de los dos sacerdotes del colegio: el cura gordo (D. José Antonio) y el cura flaco (¿D. Juan o Juan Antonio se llamaba? No recuerdo bien). Este último no tenía mucho gancho hablando, pero el primero era un absoluto genio: graciosísimo, elocuente y claro. Nos tenía a todos callados y pendientes de lo que decía, y eso no era nada fácil.

    En 3ª de BUP me enteré de que teníamos un himno precioso al Beato Marcelino y nunca llegamos a aprenderlo ni a cantarlo: "Ofrenda de flores, laureles y palmas, cual símbolo oh, Padre, de fe y gratitud, te ofrecen rendidas de amor nuestras almas…" Se ve que sonaba demasiado a himno antiguo e incluso a marcha militar, por su ritmo tan especial.

    Las canciones son otro capítulo de este tema:
    _Ven con nosotros a caminar, Santa María, ven. (Ven, ven, ven..) Ven con nosotros…
    _Mi alma glorifica al Señor, mi Dios, gózase mi espíritu en mi salvador, Él es mi alegría, es mi plenitud, Él es todo para mí. Ha mirado la bajeza de su sierva, muy dichosa me dirán todos los pueblos, porque en mí ha hecho grandes maravillas, el que todo puede cuyo nombre es santo…
    _Yo pensaba que el hombre era grande por su poder, grande por su saber, grande por su valor. Yo pensaba que el hombre era grande y me equivoqué, pues grande sólo es Dios. Sube hasta el Cielo y lo verás, que pequeñito el mundo es, sube hasta el Cielo y lo verás. Como un juguete de cristal, que con cariño hay que cuidar, sube hasta el Cielo y lo verás.
    _Caminaré en presencia del Señor…
    _Yo tengo un gozo en el alma ¡GRANDE! gozo en el alma ¡GRANDE!, gozo en el alma y en mi ser, aleluya y Gloria a Dios, que es como un río de agua viva ¡VIVA!, río de agua viva ¡VIVA!, río de agua viva en mi ser.

  • #2

    J.C. (miércoles, 01 abril 2015 13:03)

    Ir a la capilla cuando nos llevaban a todos porque tocaba, representaba una expansión, una pequeña excursión que se agradecía, aunque la vivíamos como una hora un poco "rollo" aburrido. Era difícil a veces para los profesores, manejar a veces las travesuras de los alumnos ya mayores, que no guardábamos el respeto debido con nuestras bromas y comentarios (los que éramos malos, no todos). La capilla, al igual que el hall, el gimnasio o los patios, fueron escenarios fijos en los que se desarrolló toda la vida en el colegio a lo largo de los años, y por tanto nos suenan mucho más que otras dependencias. Ya son algo nuestro esos bancos, esos grabados de los niños santos en torno a la imagen del Señor, ese altar, esas cristaleras con la vida de San Marcelino Champagnat (entonces Beato).

    La capilla tenía una puerta trasera, la cual daba a las escaleras que subían al laboratorio y al comedor. En esa zona estaban colocados los confesionarios. Muy poco recuerdo haberlos utilizado, sólo de muy pequeño, porque en los pocos turnos de confesiones que luego tuvimos, el sacerdote se sentaba en un banco apartado y los niños acudíamos allí para que el Señor nos perdonara. "_Ave María Purísima. _Sin pecado concebida. _¿Qué pecadillos tienes? _Pues he dicho palabras feas, no he estudiado, me he peleado con mis hermanos, he faltado a misa y he tenido lujuria (era lo que yo solía decir). _Bueno, pues a ver si el Señor te ayuda y tienes cuidado con esas cositas, que Él sabe que eres bueno y que puedes hacerlo mejor, la Virgen te ayuda, reza un avemaría". Más o menos, vamos, y ya venía la absolución. En aquellos confesionarios recuerdo haber jugado al escondite de muy pequeño durante el recreo de la comida, porque la puerta de ese extremo estaba abierta, y ante la mirada disculpante y tierna de Jesús desde el Sagrario, que obviamos completamente. Hasta esos últimos bancos, sólo se llenaba la capilla en las grandes ocasiones: Misa de Gallo, comuniones, confirmaciones, etc. Allí recibió este último sacramento de manos del Sr. Obispo D. Pablo Barrachina Esteban, el cual vino un par de veces a visitarnos y a pasar brevemente por todas las aulas. En 2ª de EGB nos preparamos una canción en latín para recibirle.

    Las vidrieras con la vida del "Beato Marcelino", seguro que las recordamos todos a poco que las volvamos a ver (de la que más me acuerdo es de aquella llamita milagrosa que flotaba sobre la cabeza del Beato Marcelino, cuando estaba en la cuna de pequeño). Para el que quiera volver a verlas, ahora se encuentran en la capilla del colegio nuevo, igual que las pinturas murales de detrás del altar. Creo que una sola vez nos llegaron a explicar quiénes eran todos aquellos niños: me parece que estaban entre ellos: Santo Domingo Savio, los niños mártires Justo y Pastor y San Tarsicio (de éste si me acuerdo más, porque me apunte a un grupo que se formó y que duró muy poco, llamado "los Tarsicios", tomando como ejemplo a aquel niño santo que, por llevar a escondidas la Eucaristía a unos presos en tiempos de la Roma clásica, unos paganos lo cogieron y lo martirizaron. En la primera sesión, escribimos cada uno una pregunta para que D. José Antonio las fuera contestando, pero al final no continuaron las reuniones. Yo escribí: ¿Qué quiere Dios que hagamos?

    La zona más frecuentada por nosotros era la próxima al altar, porque solíamos ser solamente una clase o un curso en las eucaristías que se celebraban y nos agrupábamos allí. Hubo un tiempo en que "el cura gordo" nos dejaba ponernos en torno al altar, a pocos metros o centímetros de la Hostia blanca que dejaba de ser pan para convertirse en el Cuerpo de Cristo. Por una puertecita se veía el interior de la sacristía, con casullas colgadas.

  • #1

    anónimo (sábado, 28 marzo 2015 17:14)

    La gran olvidada: su puerta estaba abierta o entornada en los recreos pero nunca vi a ningún alumno entrar o salir (y yo me incluyo).
    Recuerdo que, en los primeros 80, corrió por la imaginación de los niños la idea de que se veían apariciones en la sacristía y entraban en marabunta a la capilla, miraban por una ventanilla y salían todos despavoridos. Después de las clases, y ya en la calle se formaba un grupo que volvía a comentar lo ocurrido, con el susto todavía en el cuerpo. Por si alguien quiere comentárselo a Iker Jiménez. Nunca quedó claro qué es lo que vieron esos maristeños, pero lo seguro es que fueron unos cuantos los que decían haber visto algo y todavía recuerdo sus caras de susto y su forma atropellada de hablar en los corrillos que se formaban. Al menos entraron en la capilla que es lo que quería el Señor, aunque sólo fuera a fisgonear.
    Además de la entrada por el patio, existía la entrada principal para las grandes ocasiones (prmeras comuniones, confirmaciones, domingo de Ramos), por la que se accedía por una caja de escalera grande de un extremo. Esta era la misma escalera que llevaba a la 1ª planta (6º de EGB) y al comedor,, por lo todos los días expelía olor a pucheros.